Hace muchos años, este lugar me regaló una visión… se reveló como un lugar de belleza y armonía, un sitio donde se sana en, con y por la naturaleza. Un lugar donde humanos y animales vuelven a aprender a confiar entre sí, donde los secretos del bosque pueden hacerse visibles y las plantas y animales del bosque actúan como nuestros maestros, donde las personas pueden tener experiencias seguras con la selva y su medicina. Acompañados por personas conocedoras, pueden aprender a comunicarse con los espíritus de las plantas y otras entidades de la Tierra.
Es un lugar donde personas de diversas culturas comparten sus experiencias, aprenden unas de otras, se encuentran y se respetan mutuamente. Así nació un lugar maravilloso, incomparable, para enseñar y aprender, para la creatividad y el desarrollo. Donde la simplicidad de la naturaleza nos hace sentir la vitalidad nuevamente.
Los árboles son nuestros maestros. Al igual que ellos, conectamos el cielo y la tierra en nosotros, necesitamos raíces profundas y amplias para poder resistir en la tormenta. Al fortalecernos en la naturaleza, podemos convertirnos en lo que somos, ya que nos alimentamos del Divino mismo.